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El otro Yo

El proceso creativo que se da en la mayoría de las escritoras es aquél que surge a partir de la represión social y sicológica en la cual se ve inmersa atribuido al contexto histórico y cultural. La mujer ante tal panorama, vuelca lo suyo dentro de ellas mismas en su intimidad, van a su cuarto y comienzan a buscarse para reconocerse tal como son y lo hacen con el cuerpo, con lo sensual, con la cosa de los sentidos.
Fernanda Moraga, investigadora y docente de la USACH dice que " En la literatura de mujer hay un yo mismo que se conecta con el yo cuerpo, ya no tiene que ver con la cosa erótica de la lengua, sino conmigo misma. Yo me palpo, yo me huelo, yo me siento y desde ahí construyo mi lenguaje en mi propio texto-cuerpo". La mujer en la intimidad de su cuarto se mira al espejo buscando una imagen que sea real, la imagen que verdaderamente tiene, pero lo que ve es un doble de ella. Ve la que ellos han construido y su imagen verdadera se pierde, se tergiversa. Entonces ve que su imagen se degrada en el espejo y asume que está desvalorizada.

Cuando se da cuenta de esto vuelve a buscarse, quiere encontrar su verdadero yo su voz propia y comienza en el origen. "Esto tiene que ver mucho con el seno materno, de ahí que la figura de la madre sea tan poderosa en la literatura femenina, porque es el origen, un modelo, lo cual le permite tener una mirada bizca, no directa o racional como el logos masculino" señala Naím Nómez, poeta, docente y crítico literario.

Es precisamente esta mirada bizca la que le permite verse oblicuamente, se desdobla, sale de sí misma y dice cosas que no diría. De ella salen la que no tiene lógica, la inconsecuente, la que grita, llora y se desespera, dice lo que no diría.
A partir de algo que le han reprimido y de lo cual le han excluido tiene la posibilidad de volver a ser ella misma, vuelve a mirarse al espejo y la imagen que encuentra ahora es la verdadera. Utiliza la exclusión de lo social y el sistema patriarcal para inventar sus historias, sus poemas, es una válvula de escape que nace de la represión. ( Las investigaciones de Lacán sobre la función de la palabra en psicoanálisis parecen confirmarlo).
Mientras el hombre al escribir se separa de sí mismo, tiende a objetivar, establece entes y mundos nuevos, en la mujer sucede lo contrario la palabra es una extensión de sí misma, escribe con la emocionalidad del cuerpo, utiliza más los sentidos que lo racional.
El aspecto creativo es muy importante en la literatura femenina actual ya que escribir es igual a crearse.

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